
Macarena nos comentaba que la drogodependencia aunque ha sido muy recientemente, se ha pasado a considerar ya una enfermedad y se recoge dentro de las dependencias con los recursos (escasos y asistencialistas por cierto) que ello conlleva. Considerar la drogodependencia o el alcoholismo como una enfermedad, si soy sincera, para mí es más negativo que positivo. Por supuesto, tiene aspectos positivos en el sentido de que se reconoce que hay algo en el individuo que impide llevar una vida normalizada y se ponen recursos a su disposición. Pero por supuesto, tienen connotaciones negativas. Al menos para mí, hablo desde el poco conocimiento profesional con este colectivo y esta temática, la drogodependencia no debería ser considerada una enfermedad. ¿Cuántos estigmas más se le acarrean de este modo? Ahora además de tener una dependencia a una sustancia son personas enfermas ¿lograran adaptarse algún día? Se necesita un cambio de enfoque más que cambios conceptuales. Las personas con problemas de alcoholismo para mí no están enfermas, simplemente necesitan una sustancia para llevar una vida normalizada. Una sustancia que ha hecho que el individuo se acostumbre a unos hábitos que no son buenos ni para él ni para su entorno familiar y social, aunque cabe la posibilidad de que la educación juegue la parte de reeducar de nuevo en otros hábitos (socialización terciaria). Para mí hablar de enfermedad es hablar de tratamiento clínico. Es decir, una enfermedad, un medicamento para su cura. Las personas son individuales, sus circunstancias diferentes y sus causas de consumo muy diversas, no podemos disponer de diagnósticos prefijados o de fármacos milagrosos. En este caso, la cura va por otro camino muy distinto, el educativo.
Hemos visto la gran cantidad de recursos existentes. Perdonadme pero para mí, todos son insuficientes y además paternalistas. Todavía no he encontrado ningún recurso que se dedique plena y exclusivamente a rehabilitar con herramientas educativas. Las fórmulas educativas están pero no ocupando un lugar central. Luego no nos debe extrañar que haya miles de recaídas y que el éxito no sea el esperado. Ciertamente y afortunadamente, están teniendo un papel importante los grupos de autoayuda, esos grupos que implícita o explícitamente dejan ver herramientas educativas entre sus metodologías. Pero claro, luego esos grupos no tienen cómo ser financiados ¿quién pone entonces los obstáculos.
¿Cuántas veces hemos oído hablar de que el alcohol ahoga penas o que se es alcohólico porque se quiere? Como siempre mentiras, pero mentiras que hacen daño al colectivo. Lo que ocurre es que cuando se comienza a consumir, la mente adquiere unos hábitos, es decir el individuo se está reeducando con el alcohol. Cuando el individuo se da cuenta de que tiene un problema, acude a buscar ayuda, una ayuda que más bien es paternalista. Me hace mucha gracia cuando dicen que el mono se va en 15 días y luego ves a personas que están sufriendo verdaderamente porque necesitan consumir. Se justifica diciendo que el cuerpo en 15 días (nos lo ha dicho la propia profesional) ya no necesita alcohol. Vale, el cuerpo no lo necesita ¿pero y la mente? ¿no es la mente el arma más poderosa? Aquí veo yo el problema, y es donde debemos intervenir como profesionales, no debemos basar los tratamientos tanto en la desintoxicación del cuerpo, que también, sino en la reeducación de la mente. Para ello, nada mejor que la Educación Social, con su vertiente preventiva, rehabilitadora y de reinserción social.
Es curioso ver cómo el programa Arquímedes cuenta con más beneficiarios que el programa Red de Artesanos. Pero claro, el primero de ellos ofrece dinero al empresario a cambio de un contrato a la persona con este problema. ¡Así claro que hay reinserción! Creo que no debería ser así. Está bien que existan recursos de este tipo para la reinserción laboral pero que no se base todo en el dinero porque es muy injusto. Estamos negando a una persona que ha tenido un problema la posibilidad de llevar una vida normalizada, porque recordemos, el empleo facilita la reinserción ¿dónde quedan los famosos derechos humanos inviolables?
Del seminario me quedo con dos cosas fundamentales además de todo lo anterior y de aprender un concepto nuevo (delirio tremens). Por un lado, me ha gustado que la profesional diga que debemos exigir un plan personalizado con cada persona para indagar sus potencialidades (creo que sería una línea a seguir). Por otro, y haciendo una crítica siempre constructiva, me ha llamado la atención su eslogan "Tú sólo no puedes, juntos podemos". Considero el eslogan una gran contradicción si lo comparamos con los objetivos que tiene esta asociación. Se supone que quieren creer en las potencialidades de los individuos y en su capacidad de cambio, un cambio autónomo con ayuda por supuesto, pero pienso que este eslogan puede dar a entender que se hace ver a la persona como una persona dependiente, por necesitar ayuda; pero creo que ayuda hemos necesitamos todos/as en algún momento de nuestras vidas y no por ello, somos dependiente y tampoco nos impide llevar una vida normalizada. Tal vez, yo estoy mirando el eslogan desde una perspectiva crítica y tal vez le estoy dando un sentido que no tiene, pero me he visto necesario mencionarlo porque quizás muchas personas piensen como yo. En definitiva, el seminario me ha mostrado otra cara de la realidad, una realidad con una sustancia que está al alcance de nuestras manos y que tanto daño hace. Eso que empieza como una tontería puede acabar en un problema. Considero necesaria una mayor información, evitar el consumo experimental o al menos en edades tan tempranas, trabajar con los jóvenes para la prevención y por supuesto, proponer medidas educativas para las personas con estas problemáticas
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