Por lo que he podido leer, los niños que tienen el síndrome del emperador son los jefes de la familia, pues roban, maltratan física y psicológicamente… a sus padres.
Es preocupante que este fenómeno se ha incrementado muchísimo en estos últimos años, concretamente en los últimos cuatro años se ha incrementado hasta ocho veces más. Son datos muy escalofriantes, ante los cuales se debe actuar de alguna forma.
Otro problema existente en relación a este tema, es que muchos padres intentan encubrir a sus hijos y no los denuncia, y por tanto tampoco piden ayudan. Cuando los padres deciden ir a denunciar a sus propios hijos, es porque la situación se ha vuelto desesperada y los desborda. Recurren a las autoridades por miedo a las amenazas que profieren sus hijos: "el incendio o la destrucción de la casa, el ataque a otro hermano o una descarga de furia imprevisible contra ellos", según explica el Dr. Garrido en una conferencia sobre el tema.
Piden ayuda generalmente después de años de haber sufrido incidentes de violencia con sus hijos. No lo hacen antes por vergüenza, frustración y temor a ser juzgados en su competencia como padres.
Existe un gran debate sobre las causas que llevan a los niños a sufrir el síndrome del emperador. Los especialistas psicólogos y pedagogos debaten si el “síndrome del emperador” es debido a carencias educativo-formativas y a la falta de afectos de los padres desde el seno familiar o si hay factores genético-hereditarios biológicos, principalmente de naturaleza psicopática, que resulten determinantes. Es decir, la psicología y la pedagogía se cuestionan si simplemente son niños caprichosos, malcriados, a los que nunca se les ha negado nada, o existe un trasfondo emocional hereditario. La mayoría de los especialistas se decanta prioritariamente hacia la explicación de la carencia educacional desde el hogar, pero los factores educativos no explican todos los casos. Estos niños son pequeños tiranos, que desde pequeños insultan a los padres y aprenden a controlarlos con sus exigencias. Cuando crecen, los casos más graves pueden llegar a la agresión física. Estos niños se caracterizan por:
Elevada insensibilidad emocional. El elemento esencial del síndrome del emperador es, la ausencia de conciencia: “No hay sentimiento de vinculación moral o emocional, ni con sus padres ni con otras personas o instituciones”. Son niños que genéticamente tienen mayor dificultad para percibir las emociones morales.
- Poca respuesta al castigo (son los que menos responden a las pautas educativas).
- Focalización elevada en metas egocéntricas.
- Baja empatía y dificultad para desarrollar sentimientos de culpa.
- Ausencia de apego a los padres y adultos.
- Umbral alto para la sensibilidad moral.
Existen menores en los que el origen de este trastorno no está en los padres, asegura el Dr. Vicente Garrido, psicólogo criminalista y profesor titular de la Universidad de Valencia: “Muchos de estos padres no son permisivos, ni tampoco negligentes, y no provienen de un contexto marginal. Son de clase media y se han ocupado de sus hijos”. Nos gusta pensar que la educación es omnipresente y que los padres son capaces de moldear a su hijo a su antojo. Como vemos, la explicación que nos parece más lógica va en contra de la evidencia científica y del sentido común.
- Ausencia de intervención en edades tempranas.
- Padres poco preparados.
- Ausencia de ayuda pública.
- La existencia de una sociedad “tóxica” en la que se premia la violencia y la gratificación inmediata.
Qué medidas se pueden tomar para enfrentarse a este síndrome:
- Debemos estar atentos a los síntomas precoces, establecer límites muy claros y no dejar nunca de ejercer la autoridad.
- Dedicar más tiempo a su desarrollo moral y emocional.
- Fomentar la empatía y la capacidad de realizar actos prosociales.
- Hablar con ellos sobre las consecuencias de sus acciones en los demás
- Desarrollar la conciencia y la convicción de culpa.
- Estar atento a los síntomas precoces.
- Establecer límites claros.
- No dejar nunca de ejercer la autoridad.
- Enseñar desde la primera infancia que los actos positivos, el altruismo, la generosidad compensan, es decir darles la oportunidad de sentirse bien por hacer algo positivo.
En relación con este tema, aunque por lo que he podido leer no siempre es culpa de los padres, me gustaría exponer el decálogo de un delincuente:
- Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
- No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
- Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.
- No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.
- Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
- Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.
- Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre.
- Dele todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.
- Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.
- Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo.
Me parece un tema muy interesante, pues aparte de interesarme de forma laboral, también para un futuro me interesará de forma personal.
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